lunes, 24 de septiembre de 2012

Cooperación descentralizada

Cooperación descentralizada

Consiste en la cooperación realizada por las administraciones subestatales (gobiernos autónomos, diputaciones, ayuntamientos). En un sentido amplio, se trata de un nuevo enfoque de la cooperación caracterizado por la descentralización de iniciativas y de la relación con el Sur, por la incorporación de una amplia gama de nuevos actores de la sociedad civil, y por una mayor participación de los actores de los países del Tercer Mundo en su propio desarrollo.

Definición y delimitación
Ciertas definiciones de la Cooperación Descentralizada abarcan un espectro muy amplio de acciones y actores. Por ejemplo, la Unión Europea entiende que los actores de la Cooperación Descentralizada son todos los agentes o instituciones, tanto oficiales como de la sociedad civil, que no forman parte del gobierno central, entre otras, los poderes públicos locales.
Así, la cooperación descentralizada, en su sentido amplio, que propugna la Unión Europea, se propone fomentar el papel participativo y activo de los agentes locales de los países del Sur y establecer nuevas relaciones de asociación desde las ONG [ONG, Redes de, ONG (Organización NoGubernamental)] del Norte.

¿Qué es la cooperación descentralizada? 
Las expresiones " ayuda descentralizada " o " cooperación descentralizada "  a menudo se utilizan como sinónimos del término “ayuda gestionada por las administraciones locales”, aunque su significado suele ser mucho más amplio. Por ejemplo, en algunas instituciones de  la  Unión Europea el término" ayuda
descentralizada" también incluye  la ayuda  procedente de las organizaciones no gubernamentales y de otros actores de la sociedad civil, mientras que algunos Estados Miembros, entre ellos España, utilizan este término para referirse sólo a la ayuda gestionada por departamentos del  gobierno, distintos a la agencia de
cooperación central. El término ”cooperación descentralizada”, tal como se utilizará en este backgrounder, hace referencia exclusivamente a la ayuda gestionada por entes públicos que no forman parte de la Administración central;  es  decir, las CCAA, las diputaciones provinciales y regionales, los cabildos y consejos insulares,  los ayuntamientos y las federaciones de municipios.


Es importante destacar la doble vertiente desde la que se plantea la cooperación descentralizada:

  • a) por un lado, la existencia de un nuevo espacio para los agentes locales de las sociedades en desarrollo, a los que se reconoce un mayor protagonismo y responsabilidad en las tareas del desarrollo;
  • b) por el otro, un replanteamiento del papel de los agentes de cooperación en las sociedades de los países donantes, que deben preguntarse hasta dónde y cómo deben modificar su comportamiento para responder mejor al reto de reforzar e impulsar el protagonismo de los primeros.


La propuesta de la cooperación descentralizada pretende que las organizaciones no gubernamentales, las administraciones públicas descentralizadas, las asociaciones de profesionales, rurales o urbanas, las cooperativas, las empresas, los sindicatos, las universidades y, en general, todas las fuerzas vivas de la sociedad participen en el desarrollo social y económico de los países en desarrollo. En ese sentido la convocatoria es tanto para los agentes de las sociedades del Norte como para las del Sur.
Esta concepción de la cooperación descentralizada guarda una estrecha relación con las propuestas de potenciar la sociedad civil y otorgar a ésta un papel más protagonista en el desarrollo. La cooperación descentralizada no pretende ser sin más un instrumento novedoso que se añade a los que ya se utilizan, sino un planteamiento distinto, un nuevo enfoque, complementario de las formas tradicionales de concepción y práctica de la cooperación.

La cooperación descentralizada, tal como utilizan esta expresión las administraciones estatales, hace referencia a una concepción más restringida que se limita a considerar las actividades de cooperación que llevan a cabo las administraciones territoriales distintas del Estado, en el caso español concretamente las Comunidades Autónomas y el conjunto de entidades locales. Este tipo de cooperación al desarrollo se inscribe dentro del marco general de la cooperación descentralizada, pero evidentemente sólo comprende una parte de las distintas dimensiones que se proponen en el concepto amplio.

Aun dentro de este concepto restringido, resulta confusa la calificación de descentralizada, que sugiere un desgajamiento de las competencias del gobierno central a los gobiernos locales, cuando sería más correcto hablar de una cooperación no central, puesto que cada gobierno autónomo o entidad municipal decide sobre sus presupuestos de modo soberano, sin que exista la intervención del gobierno central.
El contenido de la CD cubre un amplio abanico, desde el apoyo material, hasta la transferencia de recursos, el apoyo institucional y las alianzas e intercambios políticos.
Sin embargo, la cooperación descentralizada tiene sus propias limitaciones, como es su dispersión y la atomización, es decir, la multiplicación de pequeños esfuerzos, dispersos tanto en el espacio como en el tiempo. La  proliferación de pequeños proyectos, a menudo fragmentados, en áreas geográficas alejadas unas de otras y que no siempre tienen continuidad en el  tiempo, no constituye el mejor camino
para un trabajo de cooperación que aspire a consolidarse y a ser constantemente evaluado y mejorado. Otro riesgo es el de la asunción de responsabilidades para las que no se tienen la capacitación y  los recursos humanos  necesarios. Una cooperación internacional eficiente y profesionalizada requiere personal técnico capacitado para evaluar y seleccionar proyectos, requiere capacidad para hacer un seguimiento de su ejecución, y requiere  voluntad de informarse y reflexionar continuamente sobre cuál es el trabajo de cooperación que debe hacerse desde el ámbito local.

Las ventajas de la cooperación descentralizada. 
La ayuda descentralizada surge desde el convencimiento de que la cooperación al desarrollo  no es responsabilidad ni prerrogativa exclusiva de la  Administración General del Estado, sino que también la sociedad civil y las instituciones autonómicas y municipales pueden y deben ser agentes de solidaridad con el los países menos desarrollados, desde su compromiso ciudadano y su libertad para 
definir sus propios criterios de trabajo.
La cooperación descentralizada es esencialmente diferente a la que  se promueve desde los gobiernos o  desde las grandes  organizaciones no gubernamentales  de ámbito internacional, fundamentalmente porque su concepción nace de la iniciativa de las comunidades locales, con independencia de los intereses políticos y
económicos de gran escala. La cooperación descentralizada también es diferente y complementaria con la que realizan las  ONG convencionales, porque recoge la pluralidad de iniciativas de los distintos grupos locales e implica en la gestión de la ayuda internacional a las instituciones públicas locales (ayuntamientos, consejos comarcales, federaciones de  municipios) que, al ser  las instancias públicas más próximas al ciudadano, son las que permiten un mayor grado de participación colectiva.

Las expectativas puestas en la cooperación descentralizada siguen  pendientes  de que ésta supere con éxito las deficiencias que arrastra desde su nacimiento y que amplíe sus ventajas comparativas. Entre las deficiencias que la han caracterizado están la inestabilidad y dispersión de los fondos, la heterogeneidad de instrumentos y procesos, la falta de personal formado y debidamente capacitado; carencias que 
se han venido atribuyendo tanto a la  juventud  como  a  la  variedad  y descoordinación entre estas  diversas tipologías de entidades que configuran la cooperación descentralizada. Estas limitaciones contrastan con su cercanía a la sociedad civil en España y – potencialmente – en los países receptores. Ante la cooperación descentralizada en España queda  el reto de acertar en reconciliar la cercanía con la eficacia, evitando caer en la dispersión y la duplicación infinita de esfuerzos de baja intensidad.