miércoles, 19 de septiembre de 2012

AIF, Asociación Internacional de Fomento

AIF, Asociación Internacional de Fomento


   La Asociación Internacional de Fomento (AIF) es la entidad del Banco Mundial que brinda ayuda a los países más pobres. Establecida en 1960, la AIF busca reducir la pobreza a través de préstamos (denominados créditos) y donaciones para programas que contribuyen a fomentar el crecimiento económico, reducir las desigualdades y mejorar las condiciones de vida de la población.

La AIF complementa la labor de la entidad crediticia original del Banco Mundial, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) que fue creado para funcionar como una entidad autosostenible que ofrece préstamos y asesoría a los países de ingreso medio y naciones con capacidad de pago. El BIRF y la AIF comparten el mismo personal y la misma sede, y evalúan los proyectos con los mismos rigurosos estándares.

Además de ser una de las mayores fuentes de asistencia para los 81 países más pobres, 39 de los cuales están en África, la AIF es el principal proveedor de fondos de donantes para servicios sociales básicos en dichas naciones. Las operaciones que financia generan cambios positivos para 2.500 millones de personas, la mayoría de las cuales viven con menos de US$2 al día.

La AIF presta dinero en términos concesionarios, lo que significa que sus créditos no tienen cargos por interés o estos son muy bajos y el plazo de reembolso se extiende durante 25 a 40 años, incluido un periodo de gracia de 5 a 10 años. La Asociación también ofrece donaciones a aquellos países en riesgo de enfrentar problemas de endeudamiento.

Además de los préstamos en condiciones concesionarias y donaciones, la AIF ofrece niveles considerables de condonación de deuda a través la Iniciativa para Países Pobres Muy Endeudados (PPME) y la Iniciativa de Alivio de la Deuda Multilateral (IADM).

Desde su concepción, la AIF ha apoyado actividades en 108 países.
El primer y más importante requisito para que un país pueda recibir apoyo de la AIF es la pobreza relativa de dicho país, definida como un ingreso nacional bruto (INB) per cápita por debajo del umbral establecido que se actualiza todos los años (en el ejercicio 2012: US$1.175). En la actualidad, 81 países pueden tener acceso a recursos de la AIF, los cuales en conjunto albergan a 2.500 millones de personas, la mitad de la población total del mundo en desarrollo. De esa cifra, se estima que 1.800 millones viven con ingresos de US$2 al día o menos.Los recursos de la AIF se asignan a los países receptores de acuerdo con su nivel de ingreso y con sus antecedentes en cuanto a la gestión de sus economías y de sus proyectos en curso financiados por la AIF. Las condiciones de préstamo son muy favorables, lo que significa que los créditos tienen bajo o ningún cargo por intereses.

Los préstamos se destinan a educación primaria, servicios básicos de salud, suministro de agua potable y servicios de saneamiento, salvaguardias ambientales, mejora del clima para los negocios y reformas institucionales y de infraestructura. Todos estos proyectos preparan el terreno para el crecimiento económico, la creación de empleo, el aumento de los ingresos y el mejoramiento de las condiciones de vida.

La AIF hace hincapié en un crecimiento amplio, que comprende:
  • políticas económicas acertadas, desarrollo rural, empresas privadas y prácticas ambientales sostenibles;
  • inversión en las personas, en educación y salud, especialmente en la lucha contra el VIH/sida, el paludismo y la tuberculosis;

  • desarrollo de la capacidad de los prestatarios para brindar servicios básicos y garantizar que se rindan cuentas del uso de los recursos públicos;
  • recuperación después de disturbios civiles, conflictos armados y desastres naturales, y
  •  promoción del comercio y la integración regional.
La AIF ha tenido una participación de larga data en varios aspectos de la respuesta a las crisis, incluido el suministro de apoyo financiero. Las ventajas comparativas clave de la AIF a la hora de responder a las crisis se basan en su capacidad de vincular la mitigación a corto plazo con objetivos de desarrollo de largo plazo, su habilidad para trabajar estrechamente y en conjunto con otras organizaciones -principalmente las Naciones Unidas (ONU) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- y la posibilidad de recurrir al trabajo analítico previo y la cartera de proyectos en ejecución.